Vemos cerros y nos sentimos atrapados limitados por el horizonte, aprisionados en el nido de un imperio donde las montañas tocan el cielo pero este relieve natural no debe ser ninguna prisión para hacer volar nuestra imaginación, es solo una escalera para alcanzar el azul del cielo.
Mirar el sol a la cara, bajar de nuevo a la tierra y de noche con esa escalera iluminada tomar de la mano ala luna para bailar entre estrellas.
Son las montañas como desees llamarlas, obstáculos o puentes pero en algo estar de acuerdo la meta escalarlos andar entre ellas amoldarlas, que sean un camino para que el Cusco Ombligo del Mundo, la Ciudad Imperial - tantos títulos que le podemos dar - que nuestra tierra sea un lugar mejor.
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